jueves, 24 de julio de 2008

Globo, un mundo de sabores

Ayer mismo tuve la oportunidad de probar el restaurante Globo, que lleva abierto en las inmediaciones de la Avda. del Brillante desde hace algo más de un año. En una de esas reuniones con amigos del colegio que, muy de cuando en cuando, nos concedemos surgió la idea de probar este sitio que, a primera vista, está teniendo bastante predicamento entre la sociedad cordobesa, habida cuenta que suele estar lleno; (de hecho, ayer mismo tuvimos que esperar más de 30 minutos para acceder a una de sus mesas).
El local está extremadamente iluminado, predominando una mezcla de estilo retro años 60 y de esa hamburguesería a la que acudíamos cuando terciaban los años 80. El ruido es otra de sus características, tanto por la música que está tan elevada que obliga a los comensales a elevar el tono, como a los propios rigores estivales, que llenan el local de niños que se comportan como si desearan que Herodes acudiera a masacrarlos, ante la indolente mirada de sus progenitores, mucho más interesados en sus copas que en el malestar que sus vástagos puedan generar entre el resto de la gente. Los camareros son una extraña mezcla de tribus urbanas; (tal vez siguiendo el lema de la marca "un mundo de culturas"); pero son extremadamente correctos en todo momento.
La carta es aceptablemente extensa, diferenciada por grupos de alimentos y con la característica de tener un único precio para todo, (5´95€). Detallando lo que tomamos, comenzamos con unas cervezas bastante mediocres mientras que esperábamos la llegada de los rezagados. Una vez sentados propusimos un salmorejo, que venía acompañado de un huevo frito de codorniz, una buena cantidad de virutas de jamón y una reducción de vinagre de Módena. Un revuelto de setas y boletus con langostinos y eneldo y para terminar con los entrantes, unas patatas confitadas con salsa de curry; (las patatas, en gajos bien grandes estaban aparentemente fritas pero el conjunto resultaba estupendo). Se pidió como plato por persona un solomillo al jabugo, con guarnición de pimientos del piquillo, (bueno), atún a la mostaza antigua, (mucha cantidad, mostaza suave y en general muy aceptable); mero a la parrilla, (aburrido ); musaka, (estupenda), pastel de espinacas, y yo opté flamenquín de atún y mojama con salsas tártara y agridulce que pese a tener un aspecto mejorable, de sabor estaba estupendo. Los postres resultaron irregulares. Mi flan de café deja mucho que desear frente al flan casero o al brownie con chocolate caliente. Algunas cervezas y mucha agua completó una cuenta de menos de 110 €, muy recomendable para volver en cualquier momento.

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