
Lleva tiempo mi amigo Pepe Navarro con la taberna que heredó de su padre en plena judería cordobesa. Poco a poco, (y hago hincapié en este punto), fue transformando un ruinoso local oscuro, basado en la cocina casera que preparaba su madre en lo que es hoy, un hermoso local hecho a su medida, con poca capacidad y atendido amablemente por él mismo, su mujer Claudia y una joven promesa de la cocina, Miguel Eduidazu, que gracias a su buen hacer, ha impuesto un estilo propio a la hora de cocinar y entender la mesa. Tras unos meses cerrados, terminando una cocina que se ajuste a lo que tenían en mente, ha vuelto con fuerza, cambiando la carta para diferenciar las tapas que dominaban antes el menú para bucear ahora en una cocina elaborada, que sigue las tendencias actuales y con una buen relación calidad/precio que demuestran cómo se esconden pequeñas perlas en los sitios más insospechados.
La última vez que almorcé allí, optamos por pedir un revuelto de verduras con erizo de mar simplemente estupendo. Una ensalada tibia de escabeche de pollo muy suave, muy interesante. Las costillas de ibérico cocidas a baja temperatura; (60º), a lo largo de 12 horas son simplemente impresionantes. La textura es fantástica, la salsa perfecta y el conjunto es excepcional. Hay que volver a repetir ese plato y las nuevas variedades que se incluyen en el nuevo menú.
Nos agasajan con unos postres caseros fantásticos, una charlota muy interesante; (aunque el bizcocho de la base resulta un poco seco); y el menú, incluyendo tres martinis y dos botellas de un magnífico vino blanco de uva verdejo, apenas superó los 100 € entre cuatro personas. No sólo es apetecible, sino que es más que recomendable. Felicidades por la apuesta.
La última vez que almorcé allí, optamos por pedir un revuelto de verduras con erizo de mar simplemente estupendo. Una ensalada tibia de escabeche de pollo muy suave, muy interesante. Las costillas de ibérico cocidas a baja temperatura; (60º), a lo largo de 12 horas son simplemente impresionantes. La textura es fantástica, la salsa perfecta y el conjunto es excepcional. Hay que volver a repetir ese plato y las nuevas variedades que se incluyen en el nuevo menú.
Nos agasajan con unos postres caseros fantásticos, una charlota muy interesante; (aunque el bizcocho de la base resulta un poco seco); y el menú, incluyendo tres martinis y dos botellas de un magnífico vino blanco de uva verdejo, apenas superó los 100 € entre cuatro personas. No sólo es apetecible, sino que es más que recomendable. Felicidades por la apuesta.